Había vuelto hace poco más de un cuarto de hora antes con la bicicleta bajo la lluvía que estaba cayendo cuando me dispuse a abrir la puerta del portal. Saqué la llave con una mano de mi mochila mientras con la otra sujetaba la bicicleta. Abrí la puerta insertando la llave y después la dejé en el manillar del freno derecho, para así poder empujar cómodamente la puerta para ajustarla y dejarla abierta con suficiente espacio para subir la bicicleta por las escaleras del portal.
Entonces se me cayeron las llaves al suelo del manillar de freno. Me disponía a recogerlas cuando hice el gesto y vi que, tras pasar junto a mi lado una madre, su pequeña hija se paró donde tenía las llaves. Me pregunté a mi mismo: «¿Que está haciendo esta pequeña?». Y, para mi asombro, recogió las llaves y me las ofreció con una sonrisa. Estaba tan sorprendido por un momento tan bello y lleno de amabilidad que solamente me salió de mi boca un «muchas gracias». Y la niña, como si no hubiera hecho ninguna hazaña digna de admirar, contestó con un «de nada».
Estoy tan decepcionado de la humanidad -y son tan misógino con las mujeres tras haberme defraudado múltiples veces-, que una situación así que solamente podía venir de una personita pequeña me ha alegrado el día. ¿Cuánta gente adulta hubiera hecho esto? ¿Cuantos niños o niñas hubieran tenido un gesto así? A veces existen pequeños gesto de amabilidad que pasamos por alto y, que por extraño que pueda parecer, provienen de los momentos más curiosos y de las personas que menos esperamos.
En cualquier caso, doy fe y recuerdo de este pequeño acontecimiento agradeciendo a esa personita lo que otra no hubiera hecho. Muchas gracias 😉
No pierdas la esperanza con la gente todavía, hombre.
xD
Por cierto, tengo que hablar contigo sobre algo interesante, así que cuando te conectes te cuento todo a ver que te parece…
El pesimismo me embarga la vida Rasec xDDD
A ver si encuentro hueco y nos vemos por msn 😉