En cuestión de pocas semanas, la vida da muchas vueltas. Desde terminarse el convenio por el que haces prácticas, a verte impedido por trabas a relizar la matrícula de unos estudios con el total y absoluto abandono de cualquier solución para un caso específico ya que si tu repugnante entidad financiera, CX para más señas, se pone en huelga, muy difícilmente se puede hacer el ingreso correspondiente para pagar el jodido máster de turno.
Y en vez de ofrecerte la posibilidad de atrasar el pago y realizar la matrícula, nada más fácil para un aposentado en la gestión académica en la facultad de derecho de cierta universidad autónoma, que decirte «que eso es un problema personal» o sugerirte «hacerte otra cuenta en otra entidad». Cuando por esa misma y cochina entidad tiene precisamente costeados los desperfectos que se producen en sus oficinas dentro de la universidad por la propia universidad. Porque claro, eso de que haya empresas privadas o usureros en la universidad está muy mal visto, motivo por el cual de vez en cuando reciben una visita de los sectores «alternativos». Pero es de traca, sabiendo que esa misma entidad tiene convenios para que las tarjetas universitarias sean de su rama… Pero eh!! No es problema de ellos si no se ofrece servicio para poder pagar, búscate la vida pero mientras tanto házte la cuenta por defecto con nosotros cuando eres universitario de grado/licenciatura… aunque no te sirva luego para estos casos en que ni una pizca de solución se aporta.
Y bueno, a esto se le pueden sumar más cosas para acabar de redondear los días… ¿Qué otra cosa puede ser? Para los más forever alone, seguro que ya lo habrán pillado al vuelo. Efectivamente, no hay nada como que te dejen tirado por facebook la persona con la que mantenías no solamente una relación, sino que te habías prometido, y muestra de ello fue dar y hacer lo que por otra persona no harías. Para que luego, sin más, un día te envíen un mensaje dieiendo que «la historia llegó a su final». Usar y tirar a las personas. Propio de una sociedad como en la que vivimos donde el culto al puto consumismo está por encima de cualquier otro valor. Y es que es más importante recibir una llamada de teléfono en nuestro supersmartphone de última generación, que tener a nuestro lado la persona que presuntamente queremos dedicándonos su tiempo, sus abrazos y sus besos.
La realidad es esta: las personas no tienen sentido del honor, de la virtud, de la honestidad y de la honradez entre muchas otras cosas, porque ésta ya no es una época en la que se pueda confiar en nadie. Ni en los hombres, ni en las mujeres, ni en los animales… raramente exiten excepciones más allá de un hermano o de una madre.